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Retiro Diciembre 07


Temas del retiro para reflexionar

1. FILIACIÓN DIVINA Y PRESENCIA DE DIOS


Todos los hombres son hijos de Dios. Pero un hijo puede reaccionar, frente a su padre, de muchas maneras. Hay que esforzarse por ser hijos que procuran darse cuenta de que el Señor, al querernos como hijos, ha hecho que vivamos en su casa, en medio de este mundo, que seamos de su familia, que lo suyo sea nuestro y lo nuestro suyo, que tengamos esa familiaridad y confianza con El que nos hace pedir, como el niño pequeño, ¡la luna!.

La filiación divina así sentida lleva a conducirse de acuerdo con ella: fomenta la confianza en la providencia divina, la sencillez en el trato con Dios, un profundo sentido de la dignidad de todo ser humano y de la fraternidad entre los hombres, un verdadero amor cristiano al mundo y a las realidades creadas por Dios, la serenidad y el optimismo.

Descansad en la filiación divina. Dios es un Padre lleno de ternura, de infinito amor. Llámale Padre muchas veces al día, y dile -a solas, en tu corazón- que le quieres, que le adoras: que sientes el orgullo y la fuerza de ser hijo suyo. Supone un auténtico programa de vida interior, que hay que canalizar a través de tus relaciones de piedad con Dios -pocas, pero constantes, insisto-, que te permitirán adquirir los sentimientos y las maneras de un buen hijo.

Para vivir como hijos de Dios y sostener el empeño por santificar las ocupaciones ordinarias, los cristianos necesitan «la frecuencia de Sacramentos, la meditación, el examen de conciencia, la lectura espiritual, el trato asiduo con la Virgen Santísima y con los Angeles custodios...». Además, para identificarse con Jesucristo, buscan la penitencia que les lleva a ofrecer sacrificios y mortificaciones, especialmente aquellas que facilitan el cumplimiento fiel del deber y hacen la vida más agradable a los demás, así como la renuncia a pequeñas satisfacciones, el ayuno y la limosna. «Fomenta tu espíritu de mortificación en los detalles de caridad, con afán de hacer amable a todos el camino de santidad en medio del mundo: una sonrisa puede ser, a veces, la mejor muestra del espíritu de penitencia.www.parroquiasanjosemaria.org/sanjosemaria/hijos_de_Dios.htm

2. VIDA ORDINARIA



La tienda del cielo


Con motivo de la Navidad fui de compras buscando cuales serían los regalos que necesitaba adquirir para mis seres queridos. Buscaba algo diferente este año.
Un regalo que al recibirlo les causara alegría, satisfacción y que pudieran utilizar por toda su vida. Finalmente, después de varios días de estar buscando vi un letrero que decía "La tienda del cielo", me fui acercando y la puerta se fue abriendo. Cuando me di cuenta ya estaba adentro.
Me recibió un Angel dándome una canasta y me dijo "compra con cuidado", todo lo que un cristiano necesita, estaba en aquella tienda.
Y agregó el Angel: "lo que no puedas llevar ahora, lo podrás llevar después". Primero compré paciencia, también el amor, estaba en la última estantería, más abajo estaba el gozo, para estar siempre alegre.
Compre dos cajas de paz para mantenerme tranquilo y dos bolsas repletas de fe para los retos de próximo año. Recordé que necesitaba mostrar benignidad, bondad y mansedumbre con mis semejantes; así mismo, no podía olvidarme la templanza necesaria para controlar mi temperamento en todo momento de modo que compre una de cada una.
Llegué por fin a la salida y le pregunté al Angel: "¿Cuánto le debo?". Él me sonrió y me respondió: "Hijo Mío, ¡JESÚS pagó tu deuda hace mucho tiempo!"
Hijo, tu eres la tienda y puedes abrirla todos los días, el Angel soy Yo, el Espíritu Divino que mora dentro de ti, y los regalos son el fruto del Espíritu. Antes que despiertes de tu sueño quiero compartirte el verdadero sentido de la Navidad.
Escucha con cuidado. Estos regalos son especiales para esta ocasión, pero si los abres durante todo el año, te producirán gran gozo a tí y a los que se los compartas.
Más importante aún. Te has dado cuenta que tu hijo (a) hace más caso de lo que le enseñas con el ejemplo de que lo que le dices que haga. Bueno, si tu empiezas abrir estos regalos durante todo el año, él (ella) te va empezar a imitar y así sus hijos y los hijos de sus hijos. Cuando despiertes, ¡comparte este sueño con todas las personas que puedas!.
www.aciprensa.com/navidad/tienda.htm

3. ESPERANZA


Benedicto XVI sintetiza su encíclica: Dios es la esperanza del mundo
En el Ángelus del primer domingo de Adviento





CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 2 diciembre 2007 (ZENIT.org).- En el tradicional encuentro con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro, el Papa comentó el sentido del Adviento, el período litúrgico de preparación para la Navidad, que comenzaba la Iglesia en ese día, «el tiempo propicio para despertar en nuestros corazones la espera de “Aquel que es, que era y que va a venir”».
Como confesó el mismo obispo de Roma, era «un día sumamente indicado para ofrecer a toda la Iglesia y a todos los hombres de buena voluntad mi segunda encíclica, que he querido dedicar precisamente al tema de la esperanza cristiana».
Benedicto XVI mostró cómo en el Nuevo Testamento «la palabra “esperanza” está íntimamente unida a la palabra “fe”. Es un don que cambia la vida de quien lo recibe, como demuestra la experiencia de muchos santos y santas».
«¿En qué consiste esta esperanza tan grande y tan «confiable» que nos permite decir que en ella está nuestra “salvación”?», se preguntó el Papa.
«Consiste en el conocimiento de Dios, en el descubrimiento de su corazón de Padre bueno y misericordioso», respondió.
Jesús, aclaró, «con su muerte en la cruz y con su resurrección, nos ha revelado su rostro, el rostro de un Dios tan grande en el amor que nos ha dado una esperanza inquebrantable, que ni siquiera la muerte puede resquebrajar, pues la vida de quien confía en este Padre se abre a la perspectiva de la felicidad eterna».
El pontífice, al igual que en su encíclica, mostró cómo «el desarrollo de la ciencia moderna ha confinado cada vez más la fe y la esperanza a la esfera privada e individual de manera que aparece de forma evidente y en ocasiones dramática, que el hombre y el mundo tienen necesidad de Dios --¡del verdadero Dios!--, pues de lo contrario quedarían privados de esperanza».
«La ciencia sin duda contribuye al bien de la humanidad, pero no es capaz de redimirla. El hombre es redimido por el amor, que hace que la vida personal y social se convierta en buena y hermosa», subrayó.
«Por este motivo la gran esperanza, la que es plena y definitiva, está garantizada por Dios, que en Jesús nos ha visitado y nos ha donado la vida, y en Él volverá al final de los tiempos», señaló. «Es en Cristo que esperamos, ¡es Él a quien esperamos!».
El Santo Padre concluyó invitando a vivir esta esperanza en Adviento con «obras de caridad, pues la esperanza, como la fe, se demuestra con el amor».

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