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Verano: tiempo también para educar


Todo un verano por delante

Miles de niños y niñas se encuentran al final de cada curso con todo un verano por delante. Ante sus ojos se abre un océano de infinitas posibilidades, un mar sin horizonte, días y días para gastar, como un interminable fin de semana.

Para muchos de ellos se abrirá un gran paréntesis, que dejará fuera todos los hábitos adquiridos durante el curso escolar, y que se cerrará de forma traumática en septiembre.

Por desgracia, muy a menudo, las vacaciones de verano convierten en hábito no tener ningún hábito y acaban siendo el gran paso hacia atrás en la educación de nuestros hijos.

¿No hacer nada en vacaciones?

Disfrutar de las vacaciones no es tan fácil como parece. No por el hecho de que se sucedan unos cuantos días de asueto se logra gozar de ese tiempo. Al contrario, muchas veces nos defraudan porque las esperamos con ansiedad y esperamos de ellas más de lo que nos pueden dar.

Preparamos muy bien las vacaciones (qué hacer y adónde ir), pero no nos preparamos para aprovecharlas bien. Disfrutar de las vacaciones no consiste en romper horarios, aparcar obligaciones, desatender compromisos y abandonar hábitos, no, sino en planificarse para poder vivir ese periodo de forma más relajada con un horario, unas obligaciones y unos compromisos menos exigentes, sin tener que tirar los hábitos familiares por la borda.

Desde el punto de vista educativo, los periodos vacacionales son ideales para estar más con nuestros hijos y disfrutar con ellos. Todo es cuestión de organizarse. Pero así como durante estos días podemos dar un paso adelante en su educación, también podemos darlo hacia atrás: un verano sin programar puede acabar con todo lo que hemos conseguido durante el año.

Consejos prácticos para sacar el mayor partido a las vacaciones

Perder o ganar en vacaciones dependerá de nosotros, de si somos capaces de hacer bien las maletas y no dejarnos en el armario estas recomendaciones:

No transmitir ansiedad ni hacer comentarios negativos delante de nuestros hijos ante la inminencia de las vacaciones estivales. Debemos afrontarlas con calma y optimismo y no agobiarnos antes de hora.

Planificarlas a conciencia. No debemos confiar en la improvisación. Si no las planificamos bien, la culpa de que "los niños están pesados", de que "no hay nadie que les aguante", etc. será nuestra no de ellos. Para organizar bien las vacaciones hemos de contemplar actividades diversas: intelectuales, lúdicas, deportivas, piscina, paseos, salidas, descanso. Podemos establecer una hora de lectura y aprovechar para ver alguna película en familia.

Elaborar un horario. Que estén de vacaciones no significa que no tengan obligaciones o que hayan de estar todo el día sin hacer nada. Podemos confeccionar un horario familiar general y otro personal de cada hijo teniendo en cuenta su edad, su forma de ser y sus aficiones.

Contemplar alternativas de ocio como colonias, campamentos, jornadas deportivas. Son buenas oportunidades para que nuestros hijos adquieran independencia, fortalezcan su voluntad, amplíen sus amistades, desarrollen su responsabilidad. Debemos tener en cuenta quién las organiza, qué tipos de actividades se realizan, dónde, en qué condiciones, etc.

Restringir el uso de la televisión. La utilizamos como una solución fácil para llenar vacíos, cuando lo que estamos haciendo es crearlos. La propia inercia vacacional facilita esos tiempos muertos que les llevan a apalancarse delante de la tele.

Distribuir el tiempo de vacaciones de manera que no nos desprendamos de nuestros hijos. "Colocarlos" en el pueblo con sus abuelos o sus primos puede suponer una desconexión peligrosa. Puede ser positivo que pasen unos días sin nosotros, pero de ahí a "perderlos de vista" va mucho.

Aprovechar para que nuestros hijos realicen aquellas actividades que no han podido hacer durante el curso, como deportes, idiomas, aficiones.

Dejar que, en función de su edad, participen en la programación de las vacaciones familiares. Es un tiempo para vivirlo juntos y por eso lo debemos organizar entre todos.

Sacar tiempo para nosotros. Es importante que aprovechemos esta época para realizar una "escapada" con nuestra pareja, salir a cenar o a divertirnos solos.

No aceptar un plan vacacional en el que algún miembro de la familia se vea obligado a no hacer vacaciones. Por desgracia, muchas madres tienen que renunciar a ellas para que disfruten los demás y reconocen que en esa época tienen más trabajo que nunca. Es cuestión de colaborar todos y de buscar fórmulas que no impliquen el sacrificio de nadie. Quedarse en casa, por ejemplo, no significa necesariamente quedarse sin vacaciones, es cuestión de descubrir nuevas alternativas.

Tener en cuenta que es una buena época para la amistad. Nuestros hijos disponen de más tiempo para estar con los amigos, para iniciar nuevas amistades o consolidarlas. Un aspecto importante a tener en cuenta para elegir el lugar de veraneo ha de ser los amigos que puedan hacer allí.

Al final de las vacaciones, revisar los aspectos positivos y negativos para tenerlos en cuenta el año que viene. Encontraremos puntos fuertes que querremos mantener, pero también muchas cosas a mejorar que, si no las tenemos en cuenta, probablemente las olvidaremos dentro de un año.

Muchos de los mejores recuerdos de familia pertenecen a periodos vacacionales: vale la pena, pues, que nos tomemos las vacaciones en serio.

Por Pilar Guembe y Carlos Goñi, autores del libro "¡Es fácil ser padres!"

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