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'No se puede ser padre y colega a la vez'


Rocío Ramos-Paúl trabajaba como funcionaria de la Comunidad de Madrid, en concreto, como educadora de menores. Un día quiso expandir horizontes, y respondió a una oferta de empleo por Internet, que decía algo así como "Buscamos psicólogos para programa de televisión". Pensó que sería para asesorar sobre contenidos. Ni se le pasó por la cabeza que acabaría convirtiéndose en la 'nanny' más famosa de España. De eso hace ocho años.
Inmersa en la grabación de la nueva temporada de 'Supernanny', la octava ya, acaba de publicar junto a Luis Torres 'Niños desobedientes, padres desesperados' (Aguilar), una guía amena que plantea estrategias sencillas y casos prácticos para lograr "que tu hijo te haga caso a la primera". La firmeza, la constancia y la necesidad de imponer límites, sin por ello dejar de ser flexibles, son los ejes de este método, pensado para los primeros años de vida del niño y fundamentales para lo que vendrá después.

Tiene un programa de televisión, dirige un centro clínico, es madre de un niño de cuatro años, escribe libros... ¿Cómo concilia 'Supernanny'?
Es cierto que a las mujeres nos suele coincidir la edad de la maternidad con el momento álgido de nuestra carrera profesional. Tengo suerte en cuanto a mi pareja, que cubre muchos de los tiempos en los que me ausento, y además lo hace muy bien. Cuando no estoy grabando, intento llegar a casa en la parte final del día. La mañana la dedico a desayunar tranquilamente, y hasta que se va al cole el pequeño, hago "de madre".

Y con tan poco tiempo, ¿le quedan a uno fuerzas para aplicar el método 'Supernanny'?

Yo parto de la base de que me creo lo que hago, ya desde antes del programa. La pregunta es: "¿Lo haces igual?". Está claro que la relación emocional tiene mucho peso, por lo que te cuesta más hacer las cosas que cuando lo haces a nivel profesional. Pero al final sabes que va en beneficio del niño. Además, educar es equivocarse; eso da mucha tranquilidad.

¿Se puede ser padre y colega?

No. Padre o madre no hay más que uno, tiene que ser un referente de autoridad, no puedes confundirlo con el colega del colegio porque luego es mucho más difícil poner límites. Es más fácil pasar de ser muy estricto a serlo menos que establecer una relación de colegueo poco firme y luego ser autoritario.

Como sucede con los profesores, el 'enrollado' al final acaba con todos los alumnos subidos en la chepa. Del 'hueso' se acaba teniendo buen recuerdo...

Sí, lo que pasa es que de los 0 a los 6-8 años los padres son las figuras de autoridad de referencia, y eso tiene mucho peso, porque es a esa edad cuando se aprenden esas estructuras. Si éstas se aprenden bien, esos niños serán son capaces de tener opinión crítica, de entender que se funciona mejor con límites, de conocer el sentido de la norma y discutirla si no es justa.

Pero, ¿cómo encontrar el equilibrio, el punto medio entre autoridad y autoritarismo?

Esa es la cuestión. En el libro dedicamos capítulo y medio sólo a esto. Una de las grandes confusiones con respecto a este asunto es el miedo a ser firme con los hijos. La firmeza es estupenda, uno ha de ser firme y convencer al niño de que lo que tiene que hacer lo ha de hacer. Utilizar un tono serio y decir las cosas una sola vez. A veces a los padres les cuesta porque les recuerda a una figura de autoritarismo malentendida. Es una de las cosas que más explicamos en consulta. Ser firme no es incompatible con ser cariñoso, juguetón y querer al niño.


Explica en su libro que un niño obediente, sumiso, que no rechista, debe preocuparnos tanto o más que uno con pataletas.

Los niños tienen que pasar por las distintas etapas que les corresponden, una de ellas es la de las rabietas, igual que de adolescentes tienen que pasar por incumplir la norma. Si no lo hacen, se están saltando una etapa de su desarrollo y no están desarrollando capacidades que necesitan de adultos. Cuando las rabietas desesperan a los padres, lo primero que hacemos es explicar: "Tu hijo hace esto porque es la forma de interiorizar la norma". Después, viene la parte más bonita: la educación emocional. El niño no conoce sus emociones; por ejemplo, está cansado y se enfada y tiene una rabieta. Ahí debe intervenir el padre, ayudarle a identificar la emoción y controlarla, explicarle que está cansado y que debe irse a la cama.

Muchas veces a los padres nos cuesta decir que no. Y defiende en su libro que lo que hagamos ahora marcará la adolescencia. ¿Estamos creando monstruos?

¡No! Es cierto que lo que hagamos ahora marcará la adolescencia, pero no la determinará. Lo bueno del ser humano es que puede cambiar en cualquier momento, aunque cuando más capacidad de cambio tenemos es entre los 0 y los 6 años. Pero el "no" tiene que aparecer. Los niños no vienen con un gen que les señale qué es lo adecuado y que no. El "no", el límite, es la mejor vacuna contra la agresividad y la ansiedad.

Habla del humor como una gran 'arma' para educar.

El humor ayuda a normalizar un montón de situaciones que se dan. Aunque las cosas sean importantes, no requieren que uno se enfade, y muchas veces hablar con humor es buenísimo, relaja...

Eso se puede aplicar también al ámbito laboral.

Se puede aplicar a cualquier ámbito en el que haya normas: en el colegio, en el trabajo, en la universidad... ¡Incluso para subir al autobús! Por eso es tan importante aprender a funcionar con normas, para que les facilite la vida.

Existen ciertos paralelismos entre su método y el 'método Estivill', alabado y denostado a partes iguales. ¿Qué opinión le merece?

Seguimos muchas de las pautas y a numerosas personas le ha ido fenomenal. El problema es mucha gente olvida leer el previo: hablar con tu pareja, sopesar si vas a ser capaz, que el niño aún duerma en cuna... Nosotros no lo aplicamos con niños mayores, porque genera mucha angustia a los padres. Es muy importante estar convencido de que se va a llevar hasta el final, porque, si no se va a ser capaz, sucede que el niño aprende que consigue las cosas llorando. Pero esto no sólo pasa con el sueño, pasa también con las chucherías, con la hora de estudio...

La firmeza otra vez.

Sí, y la constancia, la segunda gran variable de los padres. Aprender es muy lento, y el mundo va muy rápido. Saber lo que hay que hacer es muy rápido, asimilar las cosas necesita un periodo de tiempo

Vamos, que hasta los seis años esto es un no parar.

(Risas) ¡Y porque no hemos empezado a escribir de adolescentes! Esto es un no parar continuo. Pero también debo decir que muchas veces los padres vienen a consulta muy angustiados, y lo que descubren es que han hecho muchas cosas bien sin darse cuenta. Los padres lo hacen bien en general. Se fían poco, pero lo hacen muy bien.


Una pregunta que seguro le han hecho un millón de veces: ¿Ha tenido que tirar la toalla con algún niño en el programa?

Efectivamente, siempre sale esta pregunta. En el programa vemos sólo una conducta, no entro en aspectos emocionales o cognitivos porque no daría tiempo, además de que sería una falta de ética. Nos centramos en una conducta, y en los niños enseguida modifica. Yo enseño a hacerlo de otra manera, que tú lo mantengas o no depende de ti. Yo me voy cuando saben hacerlo; muchas familias siguen igual, otras se quedan con lo mío, otras con partes...

Este verano circuló por la Red un artículo de humor en el que Supernanny pedía el sacrificio de un niño, ¿de verdad no le han dado ganas nunca?

Me reí muchísimo. Cosas así hasta te dan un punto de autoestima, porque quiere decir que se fijan en lo que haces. Lo malo es que hubo quien se lo creyó y hasta me llamaron por teléfono para preguntar.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Estoy de acuerdo con este artículo. Colegas hay muchos. Y un padre y una madre son mucho más en el día a día y toda la vida.

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