Todos sabemos que la etapa de la adolescencia es una edad complicada, la cual se suele calificar como crisis. Sin embargo, no es la mejor manera de expresar los sentimientos por los que atraviesan nuestros hijos. En esta edad, nuestros hijos deben empezar a ser sus propias guías, sin que los padres debamos estar todo el día detrás de ellos. Ello va a conllevar que deberemos tener mucho diálogo para que entiendan las situaciones y sepan encontrar la dirección correcta en todo momento, aunque nosotros no les perdamos de vista. El civismo y la autonomía son dos aspectos que los adolescentes deben empezar a controlar.
Premisas para un diálogo efectivo
- En un diálogo no sólo se habla, sino que se escucha. Esto quiere decir que debemos hablar con ellos y explicarles las cosas y aclarar las ideas que tengan, pero también debemos dejar que sean ellos los que hablen y nos cuenten lo que sienten en su interior y lo que les sucede que nosotros no vemos.
- No regañar. Los diálogos no deben ser una manera para ver las cosas mal que han hecho nuestros hijos y regañarles por ellas. Si hacemos esto, los diálogos con ellos serán cada vez más cortos, hasta el punto que no nos van a querer explicar nada.
- Tomarnos en serio sus problemas. Pese a que los adultos estamos en una situación complicada, no significa que los problemas que tengan nuestros hijos sean menos importantes. Nunca debemos tratar a los hijos como si fueran inferiores, sino que debemos potenciar que confíen en nosotros y nos cuenten todo lo que les sucede.
Libertad responsable
Una vez hayamos contribuido a estimular el diálogo en la familia, veremos que son los propios hijos los que nos piden salir hasta más tarde con los amigos o que les compremos un teléfono móvil, entre otras demandas. Estas pequeñas cosas que les gustan es lo que debemos usar para que ellos se vuelvan más responsables, sin darles una libertad completa. Es decir, es necesario premiar su buen comportamiento y la responsabilidad que asumen en cada una de las situaciones de su vida. Esto va a significar que debemos acceder a dar más beneficios y autonomía cuando ellos demuestren que son responsables y cuando hagan alguna cosa que no demuestre responsabilidad, les deberemos rebajar la libertad y los beneficios que tienen. De esta manera, conseguiremos potenciar que sean responsables y vayan controlando sus emociones.
Por otro lado, debemos tener presente que cuando nuestro hijo se equivoque, no es nada aconsejable el hecho de que lo comparemos con nosotros mismos o con otras personas, como hermanos o amigos. Comentarios como “Tu hermano nunca hubiera hecho esto”, por ejemplo, o bien “Yo a tu edad ya …” son comentarios que les pueden doler mucho más de lo que pensamos a la vez que les destruirá la autoestima que hayan conseguido. Es mejor ayudarles a entender las cosas aplicando otras situaciones en su vida en las que ellos lo hayan hecho bien.
Por último, pero no menos importante, está el papel de los padres, no como observadores en este proceso, sino como actores principales. Los padres y las madres debemos entender que ya no seremos la figura que los niños veían como perfecta, sino que ahora nos verán de la manera en la que somos en realidad. Esto significa que puede haber una pérdida de autoridad de los padres si no sabemos ser estrictos y dar ejemplo de conducta. Es importante que si le quitamos alguno de los beneficios que han conseguido, no se lo devolvamos en un momento porque nos ponen buena cara. Debemos mantenernos firmes.
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