Vagancia es el nombre familiar de algo que ataca a cualquier ser humano hasta alcanzar la "categoría" de pecado capital: la pereza. Ese gran escritor contemporáneo que es Samuel Beckett escribió que "no hay pasión más poderosa que la pereza". Pasión: algo que se padece. Con un poder extraño: el de conseguir que no se haga nada. El poder de lo negativo.
La vagancia se suele dar mucho entre gente adolescente o joven, casi siempre a partir de los 13 años. Ésa es la edad del inicio de un desarrollo de la potencia, del vigor. La inteligencia llega a su mayor punta en torno a los dieciséis años. Lo que se aprende a fondo entonces dura toda la vida. Y lo que no se hace, una oportunidad perdida.
CLASES DE VAGANCIA
Se han descrito muchos tipos de vagancias. Éstas son las más frecuentes:
ALBERTO, EL VAGO SELECTIVO. Alberto repite curso y va camino del doblete. Sus padres no se explican cómo un niño tan activo en la consola, tocando la guitarra y haciendo deporte sea incapaz de aprobar un examen.
Diagnóstico y terapia. Es probable que el futuro de Alberto no esté en los estudios, sino en un oficio. No hay que desalentar sus aficiones, sino convencerlo poco a poco de que también tiene que estudiar.
MARTA, VAGANCIA SENTIMENTAL. Marta es muy sensible, con un gran corazón, dispuesta de palabra a ayudar a todo el mundo de fuera de su casa, aunque luego no haga nada… En casa, pasividad total, pero buenas palabras.
Diagnóstico y terapia. Se trata de una mezcla de vagancia y de hipocresía. Uno de los remedios posibles: cuando necesite urgentemente algo que requiera la ayuda de otros, hacer que ella empiece haciendo lo que pueda.
ALICIA, VAGANCIA TÍMIDA. Los padres de Alicia no se explican por qué una chica tan lista, según todos los profesores, no destaca lo suficiente. Aprueba por los pelos. Lo pasa muy mal en los exámenes, se angustia con los deberes.
Diagnóstico y terapia. La clave es que Alicia es tímida. Su vagancia es, más bien, un no atreverse con lo que le parece difícil. El mejor remedio es que reciba pruebas, incluso exageradas, de confianza en ella.
MIGUEL, VAGANCIA FURIOSA. Miguel no sólo no hace nada de nada, sino que se enfrenta con violencia a quienes se lo dicen. Según él, tiene muchos problemas que nadie entiende. Problemas de los que no habla, porque dice que sería inútil.
Diagnóstico y terapia. Se trata de un caso fuerte de egoísmo agudo, de ver la vida sólo dentro de sus intereses, prescindiendo por completo de los demás. No hay que descartar que exista un problema más de fondo, y consultar a un especialista.
PENSAMIENTO DE FONDO
Lo contrario a la pereza se llama diligencia. La palabra diligencia viene del verbo latino diligere, que quiere decir "amar". Por eso quien ama no es nunca un vago: es activo, todo lo intenta, lucha por todo.
¿No será que la vagancia es una consecuencia de la ausencia de amor? Cuando la persona no responde ni a un "hazlo por mí" que le pide una persona a la que dice querer, estamos ante un caso grave al que hay que prestar atención.
Pero a quien no ama y por eso es vago, hay que seguir amándole, en la espera de que responda algún día al amor con amor.
REMEDIOS
1. Despertar al joven la curiosidad por algo útil y a la vez de interés: desde un puzzle hasta un juego de rol. Tratar de que se interese por algo, siempre que no sea en perjuicio propio o de los demás.
2. Proponerse metas cortas y fáciles de cumplir. Por ejemplo, quien no estudia nada, estudiar media hora al día; diez minutos más al día siguiente y así sucesivamente.
3. Aprender a hacer cosas acompañado de alguien: estudiar con otro, ayudar en la casa, en tareas comunes.
4. Ponerle por delante ejemplos cercanos de las consecuencias de la vagancia y rechazo de los demás. También ponerle ejemplos de lo contrario, de la diligencia.
5. Hablarle de las ventajas de ser diligente: La satisfacción por algo bien hecho y sentirse bien además de lograr el respeto de los demás.
RAFAEL GÓMEZ PÉREZ
La vagancia se suele dar mucho entre gente adolescente o joven, casi siempre a partir de los 13 años. Ésa es la edad del inicio de un desarrollo de la potencia, del vigor. La inteligencia llega a su mayor punta en torno a los dieciséis años. Lo que se aprende a fondo entonces dura toda la vida. Y lo que no se hace, una oportunidad perdida.
CLASES DE VAGANCIA
Se han descrito muchos tipos de vagancias. Éstas son las más frecuentes:
ALBERTO, EL VAGO SELECTIVO. Alberto repite curso y va camino del doblete. Sus padres no se explican cómo un niño tan activo en la consola, tocando la guitarra y haciendo deporte sea incapaz de aprobar un examen.
Diagnóstico y terapia. Es probable que el futuro de Alberto no esté en los estudios, sino en un oficio. No hay que desalentar sus aficiones, sino convencerlo poco a poco de que también tiene que estudiar.
MARTA, VAGANCIA SENTIMENTAL. Marta es muy sensible, con un gran corazón, dispuesta de palabra a ayudar a todo el mundo de fuera de su casa, aunque luego no haga nada… En casa, pasividad total, pero buenas palabras.
Diagnóstico y terapia. Se trata de una mezcla de vagancia y de hipocresía. Uno de los remedios posibles: cuando necesite urgentemente algo que requiera la ayuda de otros, hacer que ella empiece haciendo lo que pueda.
ALICIA, VAGANCIA TÍMIDA. Los padres de Alicia no se explican por qué una chica tan lista, según todos los profesores, no destaca lo suficiente. Aprueba por los pelos. Lo pasa muy mal en los exámenes, se angustia con los deberes.
Diagnóstico y terapia. La clave es que Alicia es tímida. Su vagancia es, más bien, un no atreverse con lo que le parece difícil. El mejor remedio es que reciba pruebas, incluso exageradas, de confianza en ella.
MIGUEL, VAGANCIA FURIOSA. Miguel no sólo no hace nada de nada, sino que se enfrenta con violencia a quienes se lo dicen. Según él, tiene muchos problemas que nadie entiende. Problemas de los que no habla, porque dice que sería inútil.
Diagnóstico y terapia. Se trata de un caso fuerte de egoísmo agudo, de ver la vida sólo dentro de sus intereses, prescindiendo por completo de los demás. No hay que descartar que exista un problema más de fondo, y consultar a un especialista.
PENSAMIENTO DE FONDO
Lo contrario a la pereza se llama diligencia. La palabra diligencia viene del verbo latino diligere, que quiere decir "amar". Por eso quien ama no es nunca un vago: es activo, todo lo intenta, lucha por todo.
¿No será que la vagancia es una consecuencia de la ausencia de amor? Cuando la persona no responde ni a un "hazlo por mí" que le pide una persona a la que dice querer, estamos ante un caso grave al que hay que prestar atención.
Pero a quien no ama y por eso es vago, hay que seguir amándole, en la espera de que responda algún día al amor con amor.
REMEDIOS
1. Despertar al joven la curiosidad por algo útil y a la vez de interés: desde un puzzle hasta un juego de rol. Tratar de que se interese por algo, siempre que no sea en perjuicio propio o de los demás.
2. Proponerse metas cortas y fáciles de cumplir. Por ejemplo, quien no estudia nada, estudiar media hora al día; diez minutos más al día siguiente y así sucesivamente.
3. Aprender a hacer cosas acompañado de alguien: estudiar con otro, ayudar en la casa, en tareas comunes.
4. Ponerle por delante ejemplos cercanos de las consecuencias de la vagancia y rechazo de los demás. También ponerle ejemplos de lo contrario, de la diligencia.
5. Hablarle de las ventajas de ser diligente: La satisfacción por algo bien hecho y sentirse bien además de lograr el respeto de los demás.
RAFAEL GÓMEZ PÉREZ
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