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El aventurero de la Santa Virgen


Los españoles asedian Fontarabia, ocupada por los franceses. En su codicia los ocupantes se lanzan al pillaje. Un día Juan Ciudad le hace entrar en razón a su capitán que brutalizaba una joven. Este acto de valentía le vale en seguida muchas molestias. El capitán para vengarse le encarga las prestaciones más humillantes y peligrosas.

Un día Juan es enviado en misión de reconocimiento en un caballo sin montura y sin riendas…. Cabalgaba cerca de la frontera francesa cuando de repente oye una señal de trompeta, el caballo sale furioso al galope, se cabrea y lanza a su jinete contra una roca. Juan, todo adolorido, se siente incapaz de levantarse.

En medio de su sufrimiento invoca a quien, desde su infancia le había pedido ayuda y consuelo, la santa Virgen María, “Reina del Cielo, no me dejes caer en manos del enemigo.” Y en seguida, se desmayó. Cuando volvió en sí, ve a su lado a una joven que le habla con compasión. Vestida de Pastora, con un bastón en la mano, ella se inclina sobre él y le ofrece de beber.

La joven le tiende la mano y él le da la suya dudoso. Apoyado en ella da algunos pasos, titubeaba como un hombre ebrio. Pero luego siente una fuerza maravillosa y sale de su debilidad. La pastora lo conduce hacia un camino y lo deja solo. Juan está persuadido que esa pastora no podía ser otra que la Virgen María o un ángel enviado por Ella.

Otro día, después de la toma de un rico botín, el capitán encarga a Juan guardar el tesoro y sobre todo un cofre lleno de joyas. Al día siguiente se da cuenta que la caja de las joyas falta, Juan interroga a los centinelas. Nadie sabe nada. El capitán era la única persona que había entrado en la tienda de campaña. El capitán condena a Juan a la pena de muerte por la horca, conforme al código militar. Juan, con las manos y los pies liados, pasa la noche sin dormir. Su amigo Alfonso Ferrus se desliza bajo la tienda para soltarlo. Juan rehúsa. Abandonado a sí mismo, tiene un sueño extraordinario. Vuelve a ver a la pastora francesa que se transforma en la Reina del Cielo que le dice: “Ten confianza en mí, yo te salvaré.” Juan se despierta, reza el Ave María con fervor y se siente reconfortado. Marcha al suplicio con paso firme. Le promete a la Santa Virgen renunciar a las armas, si Ella lo salva de la horca. Ni un instante duda de la ayuda de María. Se declara inocente y agrega: “Yo confío todavía en la ayuda de la Santa Virgen.”

Los tambores redoblan por segunda vez…. Juan ya tiene la cuerda al cuello cuando un jinete llega corriendo desbocado, es el coronel Ribera. El revoca la orden de ejecución, quiere ser juez en este asunto. Mientras tanto, Alfonso Ferrus aparece de pronto con el cofre de las joyas, descubiertas en la tienda del capitán. Este último será condenado y ejecutado.

María fue fiel a su promesa. Juan también mantiene su palabra. Renuncia a las armas y va en busca de la voluntad de Dios. Llegará a ser el gran San Juan de Dios.

Peter Hunermann

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