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Nuria Chinchilla EXPERTA EN CONCILIACIÓN : "Conciliar trabajo y familia no es un lujo, es una necesidad"


NACIÓ BARCELONA HACE 45 AÑOS.

ESTADO CIVIL CASADA Y CON UNA HIJA.

FORMACIÓN DOCTORA EN ECONOMÍA Y PROFESORA DEL IESE, HABLA 7 IDIOMAS Y ES MIEMBRO DEL CLUB DE LOS 10 MAYORES EXPERTOS ESPAÑOLES EN MANAGEMENT. ES AUTORA DE LIBROS COMO ´LA AMBICIÓN FEMENINA´.




Nuria Chinchilla está incluida en el exclusivo club de los 10 mayores expertos españoles en management y ayer ofreció en Zaragoza una de sus clases magistrales sobre conciliación de la vida familiar y laboral. Los tiempos que corren obligan a reinventar las relaciones laborales, por el bien de la empresa y de los trabajadores, según subraya.


--¿Hay alguna fórmula mágica para conciliar vida laboral y familiar?

--Lo primero es empezar por conciliar con uno mismo, con la familia y con los amigos. Por tanto, cada uno debe descubrir su misión personal, todo depende de cuál es tu pasado y saber cómo quieres que sea tu futuro. Cuando tienes esto claro eres más capaz de decir que no a muchas cosas y de decir que sí a las cosas que, de verdad, importan. Para poder conciliar hay que tener prioridades.


--Una vez claras esas prioridades ¿qué se puede hacer desde el contexto de la empresa española?

--La empresa está pensada por hombres y para hombres del siglo pasado. Hay que repensar el trabajo si queremos no llegar tarde a algunos problemas como la baja natalidad, los fracasos escolares...Todo tiene que ver con que no se está en casa y no se convive. Además, cada vez llegan a la empresa personas más egocéntricas, incapaces de hacer equipo. Hay un triángulo entre familia, empresa y sociedad. El que no vive en familia no puede llevar esta experiencia a la empresa, ni a los ciudadanos. Además, desde la perspectiva empresarial caminamos hacia la escasez de talento y algunos sectores no encuentran personal capacitado. Por lo tanto, lo de la conciliación no es un lujo, es una necesidad.


--¿Le gusta el Plan Concilia, lanzado por el Gobierno?

--Creo que está habiendo problemas para su puesta en marcha, porque existe un problema cultural y hay que formar bien a los mandos para que esté bien visto salir a las seis de la tarde. Con todo, estoy encantada con ese plan y ójala estuviera implantado en todas las empresas. Sin embargo, España es el único país de la UE que no tiene horario europeo, aunque tenemos moneda y mercado común.


--¿Todos estos factores explican de alguna forma la baja productividad de este país?

--Hay un vicio nacional que es el de pasar muchas horas en el trabajo, lo que nosotros llamamos contaminación de la ecología humana. Esto pasa porque hay una creencia que está en la cabeza de empresarios y directivos, que consiste en decir que gracias a que me he quedado hasta las tantas con todo mi equipo tenemos así de bien la empresa. Sin embargo, han dejado de ver el lucro cesante y hubieran llegado mucho más lejos con gente mucho menos quemada. La gente que está tantas horas sobrevive al día siguiente, pero no es más creativo, ni está más ilusionado, ni más comprometido. Fruto de ello somos el tercer país, por la cola, por hora trabajada.


--¿Cómo puede interiorizar esto la clase empresarial?

--A ese empresario le diría que haga los números y calcule el coste de la no conciliación. Se encontrará con absentismo, con gente que se marcha de la empresa y con personas más desmotivadas. A veces el problema está en la costumbre. Si te acostumbras a llegar a casa cuando los niños están dormidos y no sabes cómo divertirte en tu hogar tienes un problema.

--¿La conciliación exige establecer unos horarios de trabajo determinados?

--Es necesario flexibilizar las horas de entrada y salida, en función de cuándo puede la empresa y cuándo es mejor para ese empleado. El problema es que los sindicatos quieran introducir esto en convenio. Eso es café para todos y es matar la gallina de los huevos de oro.


--Pero eso puede crear agravios comparativos...

--El agravio comparativo es tratar a iguales como desiguales, pero cuando tratas a desiguales como desiguales no hay agravio.


--Usted ha acuñado el término inteligencia emocional en el trabajo. ¿En qué consiste?

--La tienen más desarrollada las mujeres que los hombres, porque tienen que ser madres y están más dotadas para entender a un bebé que no sabe hablar. Inteligencia emocional significa ser capaces de ponernos en el lugar de otros, de sacar la emoción donde no la hay y saber frenar la emoción donde la hay. Es decir, es saber dirigir nuestras emociones y saber entender las emociones de las personas que trabajan contigo, además de saber sacar motivación donde no la hay.


--Entonces, ¿una mujer tiene más dotes para dirigir?

--No. La empresa puede estar bien dirigida si tiene hombres y mujeres en la dirección, porque con sólo hombres o mujeres tenemos un ojo tapado. Sin embargo, la mujer ayuda a humanizar a la empresa, pero no cualquier mujer vale. Hay quien ha luchado para convertirse en más marimachos que los machos y, al final, es peor eso que llegar.


--¿Qué consejo ofrece para aquellas mujeres a las que les es muy difícil conciliar?

--Les diría que no dejen otras áreas de la vida por culpa del trabajo. La que dice que no tiene tiempo para tener pareja ni hijos se está equivocando. Cuanto más tarde lo haces menos tiempo se tiene y es todo más complicado. Lo mejor es ser valiente y no cerrarse a la vida y a tener familia. Lo importante es ser equilibrada, no un monorrail. Hay mujeres que con 35 años se enfrentan a verdaderos dramas.

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