“Gracias al buen humor, las personas son más tolerantes, lidian mejor con las frustraciones y conservan la salud física y mental”, asegura Sueli Damergian, profesora de la Universidad de São Paulo (Brasil). Según un reportaje del periódico O Estado de S. Paulo, el buen humor puede aprenderse, al igual que la lectura y la escritura. Claro está que para ello la persona gruñona tiene que cambiar su forma de pensar. La catedrática de Psicología Raquel Rodrigues Kerbauy explica: “Si alguien cree que solo conseguirá sonreír cuando el mundo sea justo, será un eterno malhumorado. A fin de cuentas, las injusticias existen por doquier”. Aun teniendo un horario muy apretado, las personas de buen carácter disfrutan de sus compromisos sociales —observa el informe— y valoran cosas pequeñas como “una charla, un dulce o cinco minutos de buena música”. No obstante, Damergian advierte: “No debe confundirse el buen humor con la frivolidad y el mal gusto”.
“Gracias al buen humor, las personas son más tolerantes, lidian mejor con las frustraciones y conservan la salud física y mental”, asegura Sueli Damergian, profesora de la Universidad de São Paulo (Brasil). Según un reportaje del periódico O Estado de S. Paulo, el buen humor puede aprenderse, al igual que la lectura y la escritura. Claro está que para ello la persona gruñona tiene que cambiar su forma de pensar. La catedrática de Psicología Raquel Rodrigues Kerbauy explica: “Si alguien cree que solo conseguirá sonreír cuando el mundo sea justo, será un eterno malhumorado. A fin de cuentas, las injusticias existen por doquier”. Aun teniendo un horario muy apretado, las personas de buen carácter disfrutan de sus compromisos sociales —observa el informe— y valoran cosas pequeñas como “una charla, un dulce o cinco minutos de buena música”. No obstante, Damergian advierte: “No debe confundirse el buen humor con la frivolidad y el mal gusto”.
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