Es natural que los jóvenes y los mayores vean las cosas de distinto modo. Lo que sería extraño es que un adolescente y una persona madura pensaran de idéntica manera. La educación no es empeñarse en que nuestros hijos sean como Einstein, o como ese genio de las finanzas, o como aquella princesa que sale en las revistas. Tampoco es el destino de los chicos llegar a ser lo que nosotros fuimos incapaces de alcanzar, ni hacer esa espléndida carrera que tanto nos gusta... a nosotros. No. Son ellos mismos. Una labor de artesanía Tener un proyecto educativo no significa meter a los hijos en un molde a presión. La verdadera labor del educador es mucho más creativa: es como descubrir una fina escultura dentro de un bloque de mármol, quitando lo que sobra, limando asperezas y mejorando detalles. Se trata de ir ayudándoles a quitar sus defectos para desvelar la riqueza de su forma de ser y de entender las cosas. Hay que buscar par los hijos ideales de equilibrio, de nobleza, de responsabilidad. N...