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IR A NUESTRO RITMO


Hace tiempo, a causa de una lipotimia que me ocurrió durante una excursión. acudí al cardiólogo para que me efectuara un reconocimiento. No encontró nada de particular, pero me dio un sabio consejo aplicable tanto al deporte como a la vida cotidiana: «Los corazones son diferentes como diferentes son las personas. Cuando camines por la montaña ve a tu ritmo. Si te cansas, te paras. Que sigan los demás. Por querer ir al rápido paso de otro te agotarás antes, si es que no te ocurre algo peor».

Hoy en día se nos repite hasta la saciedad que el tiempo es oro, no podemos «perder, ni un minuto; todo tiene que ser rápido y eficaz, la sociedad tiende a uniformarnos, a que todos hagamos las cosas al mismo tiempo, marcándonos unos calendarios y unos
horarios. Estos son importantes para el buen funcionamiento de la sociedad, pero a la vez deberían de ser flexibles.

Una muchacha de mi barrio sufrió hace unos años un grave accidente de coche de resultas del cual quedó en silla de ruedas y con graves problemas de habla Su padre la escucha con gran paciencia, deja que acabe todas sus frases, aunque seguramente él a la mitad ya sabe lo que ella va a decir. Ver como él sabe adaptarse al nuevo ritmo de su hija es realmente enternecedor. Y el hecho de que alguien la escuche con atención le ayudará a crecer, a desarrollarse mejor como persona y a aceptar su nueva situación.

Existen realidades de la persona que no podemos encasillar dentro de un horario o un calendario. Tenemos que hacer el esfuerzo de descubrir cuál es el tiempo de cada persona: ¡Cuánto daño hacemos a veces al no respetar el ritmo de cada cual! Incluso sin darnos cuenta coartamos su libertad. Respetar el tiempo del otro es también dejarle un tiempo para que sea libre, para que sueñe, para que cree, para que se desarrolle.

Muchos conflictos se desencadenan al coartar el tiempo de las personas. y a su vez al coartar su libertad. Hay plantas que florecen una vez cada cien años. Otras lo hacen anualmente. Y Dios dispone para cada persona, como para las plantas, un tiempo y unas circunstancias para florecer. Demos tiempo. Y no juzguemos antes de tiempo.

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