Pocas luchas tan salvajes y crueles como las de los gladiadores del circo romano, que entusiasmaban y enloquecían a los espectadores...
El cristianismo Inculcó a sus seguidores una profunda aversión a aquellas salvajes luchas a muerte que los paganos denominaban con el eufemismo de «juegos...» Por eso, cuando en el siglo IV los cristianos fueron ya numerosos, las luchas giadiatorlas languidecieron hasta desaparecer totalmente en el siglo V.
San Agustín refiere en el libro de las «Confesiones» el caso del cristiano Alipio, que fue a Roma desde su nativa África, educado como estaba en la doctrina y sentimientos cristianos y que por ello sentía «disgusto y odio» hacia los combates de gladiadores en los cuales tenían que matarse entre sí para divertir al pueblo. Hombre valeroso, capaz de hacer frente a senadores poderosísimos, Alipio no podía sucumbir a la tentación de un espectáculo tan degradante.
Mas sucedió que en Roma unos amigos le propusieron asistir una vez, sólo una vez, al cruel espectáculo, y él sé negó al principio. Mas luego, ante los insistentes ruegos de aquellos, consintió en ir a presenciar el cruel espectáculo, advirtiendo a sus amigos: «Iré, pero estaré allí como un ausente y así os demostraré que me opongo al brutal espectáculo»...
Fue, en efecto, al anfiteatro y cerró inmediatamente los ojos para no ver nada del horrible espectáculo. Pero no cerró los oídos, y en un determinado momento un inmenso griterío del pueblo le hizo estremecer. La curiosidad pudo más que su propósito ¡nidal.
«Ver la sangre y llenarse de crueldad fue todo uno_. Desde entonces no se perdió ni un detalle de aquella lucha Inhumana y criminal... Contagiado del furor de los otros espectadores, experimentó un desconocido deleite en ver correr la sangre. «Ya no era el mismo.: miraba; gritaba, se entusiasmaba. Y el que se había resistido a pisar el anfiteatro la prímera vez, volvió a él con frecuencia y arrastró consigo a otros.
Logró, luego, corregirse, pero sólo después de mucho tiempo. Pero lo consiguió y con el tiempo llevó una vida ejemplar.
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