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«La gente sale del cine con ganas de vivir, alegre»


Entrevista a don Juan Manuel Cotelo, director de La última cima

Hace pocas semanas se estrenó este documental sobre el sacerdote de Madrid don Pablo Domínguez, fallecido en un accidente de montaña en el Moncayo, cuando contaba cuarenta y cuatro años y era Decano de la Facultad de Teología San Dámaso. El éxito comercial de la película ha sido enorme, y ha generado muchos entusiasmos entre espectadores de diversas edades. Entrevistamos a su director y productor, don Juan Manuel Cotelo

Hace varias semanas se estrenó La última cima y aún sigue en la cartelera. ¿Su carrera comercial ha sido la prevista?
Confiábamos plenamente en la película -si no, no la hubiéramos hecho-, pero no imaginábamos, en nuestros mejores sueños, que la difusión iba a suceder tan rápidamente, ni de un modo tan extenso por todo el mundo. Ya son 900.000 las personas que han visto los primeros minutos de película por Internet, y nos la han solicitado desde más de cien países. En España, sigue creciendo el número de salas y de espectadores. Pero el éxito realmente conmovedor no es cuánta gente ve La última cima, sino lo que dicen después de verla.

No sólo ha funcionado el marketing convencional (carteles, anuncios...), sino que ha sido decisiva la comunicación popular: recomendaciones en las homilías, anuncio en las comunidades cristianas... ¿Inaugura un nuevo marketing para este tipo de películas?
En realidad, no es un fenómeno nuevo en el mundo del marketing, sino que no está muy extendido en el cine. La eficacia de la comunicación personal, uno por uno, a través de Internet, es algo que se detectó hace años y se utiliza en otros sectores. Nosotros nos limitamos a poner una página web, y la dimos a conocer a unas trescientas personas. El resto, a partir de ese momento, lo hicieron esas 300 personas, que lo enviaron a otros: uno+uno+uno... Los carteles aparecieron sólo en Madrid, después del estreno, y las recomendaciones en blogs, grupos de amigos, compañeros de colegio o parroquias han surgido espontáneamente, sin que hayamos hecho nada.

¿Qué cree que es lo que más atrae a la gente de la película?
Es difícil condensar todo lo que nos llega de los espectadores. Destacaría, en primer lugar, la alegría. La gente sale del cine con ganas de vivir, alegre, sabiendo que no es una meta imposible, sino real, al alcance de cualquiera, incluso de quien pasa por sufrimientos grandes. Esa alegría no surge del triunfo personal, la salud, la acumulación de cosas, ni de lo que otros piensen sobre ti. Nace de la verdad: de saber que somos creados y sostenidos por un Dios que es padre, hermano y amigo, que nos acompaña en todo momento y desea para nosotros lo mejor y nos lo regala. Surge de saber que no estamos solos, si queremos estar acompañados. La vida de Pablo Domínguez, en la película, refleja la traducción práctica de una vida de fe: es posible ser feliz y contagiar felicidad. Es posible vivir en el cielo, ahora, con los pies en la tierra.

Quería desbordar el público católico y llegar a más gente, pero se ha puesto de manifiesto que hay un público objetivo cristiano, deseoso de un cine que refuerce e ilustre sus creencias...
No soy capaz de distinguir entre el público católico y el que no lo es, por más que me insistan en las entrevistas. Sólo veo un perfil de potencial espectador: aquella persona que busca un sentido hermoso a la vida. Puedes ser católico y estar dormido, ciego, sordo para la belleza de la vida, para el amor de Dios y el amor a los demás, que es inseparable. Y puedes no estar bautizado y descubrir a Dios a tu alrededor, dándole gloria mediante el amor concreto y práctico a los demás, así como a toda la
creación. Tampoco Dios distingue entre unos y otros, quiere y ha dado la vida, realmente, por cada uno de los seres humanos, sin excepción.

¿Cree que su película puede suponer la salida del armario de un cine religioso, o se trata de un éxito aislado?
Estoy convencido de que surgirán muchas productoras, en todo el mundo, que se animen a producir este tipo de películas hermosas, porque las historias que se pueden contar son infinitas. ¡El mundo está lleno de historias bellas! No hay ninguna historia de amor más apasionante y sorprendente que la historia del amor de Dios a cada persona. ¡Menuda historia tenemos cada uno!

¿Con qué ánimo se mete en su próximo proyecto?
Tenemos varios proyectos que, de hecho, estaban ya en marcha antes de que Pablo Domínguez se colara en medio. Ahora los retomaremos. Un largometraje sobre la vida del boxeador francés Tim Guénard, una serie sobre conversiones en todo el mundo, otra sobre misioneros, un proyecto para la Jornada Mundial de la Juventud, otro sobre la Eucaristía... Proyectos no faltan. Es cuestión de ponerse a trabajar.

Juan Orellana
Alfa y Omega

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