Ir al contenido principal

La paciencia de tener paciencia



"Sólo una persona madura emocionalmente, consciente y equilibrada puede hacer uso de una actitud paciente en el momento que considere necesario"

La paciencia es una virtud que algunas personas interpretan como debilidad, sobre todo si quien es paciente, permite y tolera el abuso por parte de los demás. No hay que confundir una actitud pacífica y tolerante con la pasividad, la sumisión y el temor.

¿Qué podemos hacer para resolver o manejar las situaciones que no salen como lo esperábamos o que se presentan de forma inesperada, en lugar de seguir pensando en lo que pudimos hacer para que no ocurrieran de esa manera? Es necesario un trabajo personal dirigido a balancear nuestras emociones y a relajar y soltar las tensiones y el estrés que nos producen las ocupaciones de la vida diaria.

Para ser más pacientes

Maneja tu reacción. Si en lugar de actuar con la mente fría, lo haces con la emoción del momento, seguramente que más tarde te arrepentirás de tu reacción. Toma unos segundos para pensar antes de actuar.

Ponte en el lugar de la otra persona. Conoce y acepta a las personas como son. Reconoce los aspectos positivos de su personalidad y ten en cuenta sus limitaciones, así sabrás qué puedes esperar de ellas.

Analiza la situación con objetividad. Considera todos los aspectos involucrados. Pregúntate qué puedes hacer para cambiarla. Si la respuesta es positiva, ponte a hacer lo necesario para mejorarla; pero si es negativa, trabaja la aceptación para que no te desequilibre.

Canaliza tu estrés. El ejercicio físico diario, la relajación, el ubicarnos en el presente, la respiración profunda, hacen que nuestro nivel de tolerancia sea más amplio y nuestra tensión sea menor, lo que evita la reacción inmediata a las situaciones difíciles.

Ajusta tu nivel de expectativa. Muchas veces esperas más de lo que los demás te pueden dar, lo que hace correr el riesgo de dañar tus relaciones con ellos. Otras veces te exiges a ti mismo demasiado. Sé paciente y toma el tiempo para descansar y recuperar la energía y la claridad que necesitas. Saber soltar a tiempo es señal de inteligencia y equilibrio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diez Mandamientos sobre la Amabilidad

1. Sonreír siempre, aun sin ganas y a solas para entrenarse. 2. No decir NO ni a un mandato ni a una súplica. 3. Evitar al prójimo todos los disgustos posibles. 4. Mostrarse contento y satisfecho aunque la procesión vaya por dentro. 5. Esforzarse por ser simpático y más aún a los que no son antipáticos. 6. Utilizar: gracias, por favor... 7. Si hay que reprender, saber dominar el genio y después reprender serenamente. 8. Hacer agradable el trato a las personas con las que se convive. 9. Usar formas amables con todo el mundo. 10. Si hay equivocaciones, reconocerlo abiertamente y disculparse

Novena de la Inmaculada, Cuarto día

Causa de Nuestra Alegría Quienes estuvieron cerca de Nuestra Señora participaron del inmenso gozo y de la paz inefable que llenaba su alma, pues en todo se reflejaba "la riqueza y hermosura con que Dios la ha engrandecido. Principalmente por estar salvada y preservada en Cristo y reinar en Ella la vida y el amor divino. A ello aluden otras advocaciones de nuestra letanía: Madre amable, Madre admirable, Virgen prudentísima, poderosa, fiel... Siempre una nueva alegría brota de Ella, cuando está ante nosotros y la miramos con respeto y amor. Y si entonces alguna migaja de esa hermosura viene y se adentra en nuestra alma y la hace también hermosa, ¡qué grande es nuestra alegría!". ¡Qué fácil nos resulta imaginar cómo todos los que tuvieron la dicha de conocerla desearían estar cerca de Ella! Los vecinos se acercarían con frecuencia a su casa, y los amigos, y los parientes... Ninguno oyó de sus labios quejas o acentos pesimistas o quejumbrosos, sino deseos de servir, de darse a lo...

La prueba final de amor

John X se levantó del banco, arreglando su uniforme, y estudió la multitud de gente que se abría paso hacia la Gran Estación Central. Buscó la chica cuyo corazón él conocía pero cuya cara nunca había visto, la chica de la rosa. Su interés en ella había comenzado 13 meses antes en una Biblioteca de Florida. Tomando un libro del estante, se encontró intrigado, no por las palabras del libro sino por las notas escritas en el margen. La escritura suave reflejaba un alma pensativa y una mente brillante. En la parte del frente del libro descubrió el nombre de la dueña anterior, la señorita Hollys Maynell. Con tiempo y esfuerzo localizó su dirección. Ella vivía en Nueva York. Él le escribió una carta para presentarse y para invitarla a corresponderle. Al día siguiente, John fue enviado por barco para servir en la Segunda Guerra Mundial. Durante un año y un mes, los dos se conocieron a través del correo, y un romance fue creciendo. John le pidió una fotografía, pero ella se negó. Ella sentía ...