
Hay quienes ante la existencia de matrimonios y familias con éxito no tienen otra ocurrencia que apelar a la suerte. Me parece que esta es una visión muy "facilona" de la vida; cuando las cosas te van bien es que has tenido buena suerte, cuando te van males cuestión de mala suerte. Sirve para justificar que las cosas no salgan tan bien como uno quisiera, cuando en numerosas ocasiones la razón de fondo de que todo no vaya tan bien es que nos limitamos a esperar que las cosas vayan bien.
No se trata de dar lecciones, pero para que el matrimonio y los hijos vayan bien hace falta bastante más que suerte. Hay que partir de la base de que no existen matrimonios y familias "ideales" en las que no existen problemas, muchas veces la diferencia estriba en cómo afrontan esos problemas consustanciales a toda relación humana.
Lo primero que hay que cultivar es la virtud de la esperanza, solamente se puede querer eficazmente cuando hay esperanza de conseguirlo. Si consideramos que algo es imposible, si pensamos que una meta no es para nosotros, tampoco la desearemos realmente. En el fondo es una cuestión de actitud, de convicción, de deseos de lo mejor, de creer que no todo es igual, de confianza en el ser humano y de actuar.
¿Suerte?, personalmente creo más en la complementariedad del hacer del hombre y la acción de la Providencia. La suerte se la dejo a quienes se pasan el día esperando mientras no hacen nada por conseguirlo.
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