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La necesidad del silencio


En nuestros tiempos modernos es llamativo el nivel de ruido necesario para estar a gusto, para divertirse, para disfrutar de la vida. El culto a la verborragia parece estar a la orden del día y se le teme al recogimiento y a los minutos de descanso sereno, sin sonidos, como a una fiera lista para morder y matar.

Muchas veces, evitamos el silencio para escaparle a nuestra interioridad; una excusa para no enfrentarnos con nosotros mismos, a nuestras limitaciones y sufrimientos. Descubrirse a uno mismo debe ser una de las tareas más arduas y difíciles en la vida, que sin duda requiere de paz interior, de madurez y de plena conciencia de nuestra realidad personal, esa que nos acompaña todos los días de nuestra existencia.

En una conversación cualquiera, el silencio es tan importante como la palabra, pues nos enseña a escuchar, a pensar antes de hablar y a saber comprender las ideas ajenas, por más distantes que estén de las posturas nuestras.

En el amor, el silencio invita a contemplar a quien queremos; a veces expresa mucho más que las palabras, que no pueden abarcar la inmensidad de los sentimientos de cariño. El silencio de dos enamorados es una conquista duradera, que huye de la palabra vulgar, apresurada e insulsa.

El silencio también es necesario para el trabajo tranquilo, para pensar y organizar. La necesidad de tener que trabajar siempre con una radio o con música nos aleja de la posibilidad de realizar nuestra labor de modo completo y eficaz.

Los medios de información y su ruido verbal nos aturden con la sobreabundancia de información. Tenemos tanto que elegir y que escuchar, que no nos queda tiempo para elaborar pensamientos coherentes y propios, que sean personales y no dictados por las líneas de un diario o las noticias de una televisión.

Es necesario encontrar cada día un rincón de silencio, para detener el vertiginoso trajinar del día y examinarnos distantes de los acontecimientos que nos envuelven y nublan nuestra capacidad de sentirnos felices y a gusto con nosotros mismos.

El silencio también es la mirada oportuna, la sonrisa clara, el gesto que demuestra más que mil palabras. El silencio es aprender a estar con uno mismo, es invitar a la reflexión a que forme parte activa de la vida.

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