
La persona madura es aquella que tiene ideales altos y se juega la vida por ellos.
Es doloroso el panorama de hombres y mujeres que no saben ni por qué viven, ni porque mueren. Su vida es un páramo inmenso, desolado y triste y así caminan sin saber hacia dónde van...Juguetes de sus caprichos, avanzan y retroceden; van a una parte y a otra, pero sin ruta definida. Todavía no salen de una diversión que los entretiene y ya está pensando en la siguiente y después se sienten insatisfechos, hastiados, tristes. El panorama de una vida sin ideal es un panorama tétrico.
Efectivamente, Es muy triste ver personas, especialmente jóvenes, que no saben que harán la semana siguiente o el próximo año. No sueña con sueños grandes. No se proponen subir ningún escalón en su vida personal, profesional, económica o moral.
El no tener ideales es una tragedia. Así lo afirma Benjamín Mays: "Ten presente que la tragedia de la vida no se encuentra en no alcanzar tu meta, sino en no tener una meta que alcanzar. No es una calamidad morir sin realizar los sueños, pero sí es una calamidad no soñar. No es una desgracia no alcanzar las estrellas, es una desgracia no tener estrellas que alcanzar".
Sin ideales no se puede vivir. Nos perdemos. No sabemos dónde estamos ni a dónde vamos. Sin ideales estamos condenados a vivir a la deriva, sin rumbo y sin destino.
¿Y qué es un ideal? Una idea noble y generosa que se desea realizar con entusiasmo. El ideal es lo que da sentido a nuestra existencia. Es lo que nos sostiene en la vida.
El ideal, para que sea tal, ha de tener por lo menos tres características:
ALCANZABLE: Qué esté al alcance de nuestra posibilidades.
SUBLIME: Que sea alto, grande, y exija esfuerzo.
PLENO: Que llene la vida entera de las personas.
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