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La inquietante historia de una niña ingenua chateando en Internet


El anonimato que permite la red es un peligro para los menores

Los menores suelen estar solos ante los peligros de la red.

Esta historia llegó al correo electrónico del director de El Confidencial Digital, Javier Fumero, que la publicó en uno de sus artículos. El caso de esta niña se podría dar en cualquiera de los hogares de nuestros lectores:

Tras dejar sus libros en el sofá, ella decidió tomar un bocadillo y meterse en Internet. Se conectó con su nombre en pantalla: ‘Dulzura14′. Revisó su lista de amigos y vio que ‘Meteoro123′ estaba enganchado. Ella le envió un mensaje instantáneo
Dulzura14: Hola. Qué suerte que estás! Pensé que alguien me seguía a casa hoy. Fue raro en serio!
Meteoro123: RISA. Ves mucha TV. Por qué alguien te seguiría? No vives en un barrio seguro?
Dulzura14: Claro que sí. RISA. Creo que me lo imagine porque no vi a nadie cuando revisé.
Meteoro123: A menos que hayas dado tu nombre online. No lo hiciste, verdad?
Dulzura14: Claro que no. No soy estúpida, Ok!
Meteoro123: Jugaste hockey después del colegio hoy?
Dulzura14: Sí y ganamos!
Meteoro123: Genial! Contra quién?
Dulzura14: Contra las Avispas del Sagrada Familia. RISA. Sus uniformes son un asco! Parecían abejas. RISA
Meteoro123: Cómo se llama tu equipo?
Dulzura14: Somos los Gatos con Botas. Tenemos garras de tigres en las camisetas. Son chulísimas…
Meteoro123: Juegas adelante?
Dulzura14: No, juego en defensa. Me tengo que ir. Tengo que hacer los deberes antes de que lleguen mis padres. No quiero que se enfaden. Chao!
Meteoro123: Seguimos más tarde. Chao
Mientras… Meteoro123 fue al menú de miembros y empezó a buscar sobre el perfil de ella. Cuando apareció lo marcó e imprimió. Tomó un bolígrafo y anotó lo que sabía de Dulzura14 hasta ahora.
* Su nombre: Verónica C
* Cumpleaños: 3 de Enero del 94
* Edad: 13
* Ciudad donde vive: San Isidro
* Pasatiempos: hockey, coro, patinaje e ir a La Vaguada.
* Aparte de esta información sabía que vivía en San Isidro porque se lo había contado recientemente. Sabía que estaba sola hasta las 18:30 cada tarde hasta que los padres regresaban del trabajo.
* Sabía que jugaba hockey los jueves por la tarde con el equipo del colegio ‘Los Gatos con Botas’. Su número favorito, el 4, estaba impreso en su camiseta.
* Sabía que estaba en 2º de ESO en el colegio Faustino Sarmiento. Ella se lo había contado todo en conversaciones online. Ahora tenía suficiente información como para encontrarla. Verónica no contó a sus padres sobre el incidente al regreso del parque. No quería que armaran una escena y que le impidieran volver caminando de los partidos de hockey. Los padres siempre sobreactúan y los suyos eran los peores; le hacían desear no ser hija única. Quizás si hubiera tenido hermanos sus padres no hubieran sido tan sobreprotectores…
Para el jueves Verónica ya había olvidado que la seguían. Su partido estaba en plena acción cuando de repente sintió que alguien la observaba. Entonces recordó. Miró desde su puesto para ver a un hombre observándola de cerca. Estaba inclinado contra la valla en la tribuna y sonrió cuando lo vio. No parecía temer y rápidamente disipó el miedo que sintió.
Después del partido, él se sentó en una de las gradas mientras ella hablaba con el entrenador. Ella notó su sonrisa otra vez cuando pasó a su lado. Él saludó con la cabeza y ella devolvió la sonrisa. Él vio su nombre en la parte de atrás de la camiseta. Sabía que la había encontrado.
Silenciosamente caminó a distancia segura, tras ella. Era muy poco hasta la casa de Verónica, y cuando vio donde vivía volvió pronto al parque a buscar su coche. Ahora tenía que esperar. Decidió comer algo hasta que llegara la hora de ir a casa de Verónica. Fue a un lugar de comida rápida y se sentó hasta que fuese la hora. Verónica estaba en su cuarto, varias horas más tarde esa noche, cuando oyó voces en la sala.
–”Verónica, ven”, llamó su padre.
Sonaba molesto y ella no imaginaba por qué. Entró a la sala y vio al hombre del parque en el sofá.
–”Siéntate”, comenzó su papá, “este señor nos acaba de contar una historia muy interesante sobre ti”.
Verónica se sentó.
–”¿Cómo podría contarles cualquier cosa? Nunca lo había visto antes que hoy!”.
–”Sabes quién soy?” preguntó el hombre.
–”No”, respondió Verónica.
–”Soy policía y tu amigo del chat, Meteoro123″.
Verónica se quedó petrificada. –”Es imposible! Meteoro123 es un chico de mi edad! Tiene 14. Y vive en Burgos!”.

El hombre sonrió. –”Sé que te dije todo eso, pero no era verdad. Ves, Verónica, hay gente en internet que se hace pasar por chicos; yo era uno de ellos. Pero mientras algunos lo hacen para molestar chicos y hacerles daño, yo soy de un grupo de padres que lo hacen para proteger a los chicos de los depredadores.
–Vine a encontrarte para enseñarte lo peligroso que es hablar online. Me contaste suficiente sobre ti como para hacerme fácil encontrarte. Diste el nombre de tu colegio, de tu equipo y tu puesto. El número y tu nombre en tu camiseta hicieron que te situara rápidamente.
Verónica estaba helada. –”O sea que no vives en Burgos?”. El rió. –”No, vivo en Madrid. Te hizo sentir segura el pensar que yo estaba lejos, verdad?”
–”Tenía un amigo cuya hija era como tú. Sólo que no tenía tanta suerte. Un hombre la encontró y la asesinó mientras estaba sola en su casa. Enseñamos a los hijos a no decir a nadie cuándo están solos, y ellos lo hacen todo el tiempo en internet. La gente mala te engaña para sacarte información de aquí y allá online. Antes de que lo sepas les contaste lo suficiente como para encontrarte sin siquiera darte cuenta. Espero que hayas aprendido una lección de esto y que no lo volverás a hacer. Cuenta a otros sobre esto para que también estén seguros.
–”Lo prometo!”.
Esa noche, Verónica y sus padres agradecieron a Dios por protegerla de lo que pudo ser una situación trágica.

(*) Javier Fumero es director de El Confidencial Digital

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