“¡Que Dios bendiga a América!”. Así ha terminado el Papa su discurso en la Casa Blanca después de haber sido acogido por el presidente George W. Bush y por su esposa Laura.
En el día en que cumplía años, el Papa --segundo pontífice que visita la Casa Blanca-- ha dicho que “la defensa de la libertad es una llamada a cultivar la virtud, la autodisciplina, el sacrificio por el bien común y un sentido de responsabilidad ante los menos afortunados.
Además, exige el valor de empeñarse en la vida civil, llevando las propias creencias religiosas y los valores más profundos a un debate público razonable. En una palabra, la libertad es siempre nueva”.
Por su parte, el presidente Bush ha dicho que el mundo tiene necesidad de su mensaje para rechazar la dictadura del relativismo.
Tras la ceremonia de bienvenida, el Papa y el presidente se reunieron en el Estudio Oval en una conversación cara a cara. Tras su visita a la Casa Blanca, el Santo Padre regresó a la nunciatura apostólica de Washington, donde se le ofreció un almuerzo de cumpleaños, junto a los cardenales estadounidenses, la presidencia de la Conferencia episcopal, y el séquito papal.
Benedicto XVI recibió ayer por parte del presidente Bush una cruz de cristal plomado, una colección de discos de música estadunidense clásica y religiosa y un pastel de cumpleaños que reproducía la Basílica y la Plaza de San Pedro, durante la comida en que celebró su onomástico con cardenales de Estados Unidos.
La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, explicó que Bush le regaló la cruz al Papa como recuerdo de su estancia de seis días a EU, durante la cual visitará Washington y Nueva York.
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