Lucha al terrorismo, respeto de los derechos humanos, riesgo de una investigación científica que ponga en peligro el ambiente y la vida, intervención humanitaria y el deber de proteger a los débiles… Estos son algunos de los temas afrontados por Benedicto XVI en el discurso a las Naciones Unidas. En su visita de más de dos horas al “palacio de cristal”, el Papa se dirigió a la asamblea general y luego al personal. Afrontó los principales temas de la actualidad, confirmando la visión de la Iglesia. La promoción de los derechos humanos, dijo, sigue siendo la estrategia más eficaz para eliminar las desigualdades entre los países y los grupos sociales, así como para avanzar en la seguridad. El Papa mencionó la necesidad, en las relaciones internacionales, de reconocer el papel superior que desempeñan los principios y las estructuras orientadas intrínsecamente a promover el bien común. Luego Benedicto XVI subrayó el hecho de que todo Estado tiene el deber primario de proteger a su propia población de violaciones graves y continuas de los derechos humanos, así como de las consecuencias de las crisis humanitarias, provocadas tanto por la naturaleza como por el hombre. Y si los Estados no son capaces de garantizar esta protección, la comunidad internacional debe intervenir con los medios jurídicos previstos.
Lucha al terrorismo, respeto de los derechos humanos, riesgo de una investigación científica que ponga en peligro el ambiente y la vida, intervención humanitaria y el deber de proteger a los débiles… Estos son algunos de los temas afrontados por Benedicto XVI en el discurso a las Naciones Unidas. En su visita de más de dos horas al “palacio de cristal”, el Papa se dirigió a la asamblea general y luego al personal. Afrontó los principales temas de la actualidad, confirmando la visión de la Iglesia. La promoción de los derechos humanos, dijo, sigue siendo la estrategia más eficaz para eliminar las desigualdades entre los países y los grupos sociales, así como para avanzar en la seguridad. El Papa mencionó la necesidad, en las relaciones internacionales, de reconocer el papel superior que desempeñan los principios y las estructuras orientadas intrínsecamente a promover el bien común. Luego Benedicto XVI subrayó el hecho de que todo Estado tiene el deber primario de proteger a su propia población de violaciones graves y continuas de los derechos humanos, así como de las consecuencias de las crisis humanitarias, provocadas tanto por la naturaleza como por el hombre. Y si los Estados no son capaces de garantizar esta protección, la comunidad internacional debe intervenir con los medios jurídicos previstos.
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